Y tuve dos opciones
Seguir en la burbuja, en un mundo embalsamado de utopías
O que esa misma burbuja cayera en picada sobre las espinas clavadas en su mente perturbada, llena de rabia y licor, de recuerdos que su subconsciente subrayaba para que su odio siguiera creciendo por mí.
Y su corazón se ensanchaba, lo llenaba fácilmente de amor y odio
De carisias y de perder el respeto.
Nunca me dijo palabras, más con la mirada podía quitarme el cielo en un segundo.
Y pese a todo, preferí caer en picada. Tener que enfrentarlo con la mirada
De seguro era lo más difícil.
Tener que de alguna u otra forma reconocer cada error me hacía hormiga entre cordilleras.
Pensar que lo tuve tan cerca y ahora está tan lejos como alcanzar el cielo.
Y creer que alguna vez pude abrazarlo y sentir su calor, más hoy sólo tengo sus golpes indiferentes y su frío casi anestesiante como el hielo.
Pero en la vida nada es fácil, y es el precio que hay que pagar por el perdón.
Por el cruel perdón.